OBJETIVO 2019: PREVENCIÓN DEL CÁNCER CON HÁBITOS DE VIDA SALUDABLES

Siempre pensamos que la salud es simplemente la ausencia de enfermedad, pero es mucho más. Es un estado de completo bienestar físico, mental, social y espiritual. En definitiva, es sentirse bien con uno mismo y en armonía con el entorno que nos rodea. La aspiración del ser humano debe ser llegar al máximo perfeccionamiento posible de su salud. Si bien en la salud influyen nuestros genes, es evidente que los factores de riesgo ambientales y los estilos de vida inadecuados son los que condicionan y contribuyen fundamentalmente a la aparición de las enfermedades en la civilización actual.

Todos los inicios de año están plagados de “buenos deseos” y entre los habituales pedidos está el de TENER SALUD… Desde AEL queremos destacar la importancia de la prevención cumpliendo con estos objetivos:

  • No fumar
  • No beber alcohol
  • Mantener un peso saludable y
  • Realizar actividad física

Estos cambios deben ser mantenidos en el tiempo para que sus beneficios sobre la salud se manifiesten y que no se queden en “buenos deseos”.  Además, deben ser transmitidos desde la infancia, ya que son cada vez más conocidos los efectos deletéreos del tabaco y del alcohol en la salud de los jóvenes.

Los cambios favorables relacionados con la dieta y hábitos saludables no son inmediatos, por lo que la práctica de estos buenos hábitos debe ser parte de nuestra rutina diaria.

Alrededor de un tercio de todos los casos de cáncer podrían prevenirse evitando factores de riesgo como el tabaco, el consumo abusivo de alcohol, la dieta poco saludable y la inactividad física. Los programas de vacunación y chequeos preventivos en grupos de riesgo también son intervenciones efectivas, ya que muchos cánceres tienen una probabilidad de curación elevada si se detectan temprano y se tratan adecuadamente.

 

EL TABAQUISMO SIGUE SIENDO LA PRIMERA CAUSA DE MORTALIDAD EN ESTADOS UNIDOS 

Las medidas de erradicación del consumo de tabaco pueden evitar que millones de personas enfermen y mueran por enfermedades relacionadas con este producto. El tabaco, además,  influye negativamente sobre el medio ambiente.

Los residuos de tabaco contienen más de 7.000 sustancias químicas tóxicas que envenenan el medio ambiente, algunas de ellas cancerígenas para el ser humano. En el humo de tabaco se liberan miles de toneladas de productos cancerígenos, sustancias tóxicas y gases de efecto invernadero. Los residuos de los productos de tabaco son el tipo de basura más numeroso. 

Cerca de 10.000 millones de los 15.000 millones de cigarrillos vendidos diariamente en el mundo se desechan al medio ambiente. Las colillas de cigarrillo representan entre el 30% y el 40% de los objetos recogidos en las actividades de limpieza costera y urbana.

Varios estudios indican que en algunos hogares de países con ingresos bajos, más del 10% de los ingresos se gasta en comprar productos de tabaco, un dinero que no se destina a alimentos, educación y atención sanitaria.

Cada año, más de 7 millones de personas fallecen como consecuencia de enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco, siendo una de las principales causas evitables de enfermedad. Mientras que el tabaquismo activo y pasivo sigue siendo la causa más frecuente de cáncer y de muerte por cáncer. El incremento del tabaquismo en la mujer ha incrementado la incidencia de cáncer de pulmón en el sexo femenino mientras que se ha estabilizado la progresión del cáncer de pulmón en el hombre. 

 

EL PESO CORPORAL EXCESIVO ES LA SEGUNDA CAUSA MÁS FRECUENTE Y MODIFICABLE DE CÁNCER

Alrededor de 7,8% de los casos de cáncer en el año 2014 se atribuyó a adiposidad corporal excesiva. Ocupa el segundo lugar, sólo después del tabaquismo. Los nuevos casos de cáncer tuvieron un porcentaje superior en mujeres que en hombres. Tumores como cáncer cervicouterino, cánceres de vesícula biliar, hígado, riñón, renales y adenocarcinomas esofágicos, se atribuyeron a la adiposidad corporal excesiva.

 

 EL ALCOHOL ES EL TERCER FACTOR DE RIESGO MODIFICABLE MÁS IMPORTANTE

El alcohol no es parte de una dieta saludable, pero en muchas culturas las celebraciones de Año Nuevo están asociadas con el consumo excesivo de alcohol. La OMS aconseja que no hay un nivel seguro de consumo de alcohol; y para muchas personas, incluso los niveles bajos de consumo de alcohol pueden estar asocios con riesgos significativos para la salud.

Recuerde, menos consumo de alcohol siempre es mejor para la salud y está perfectamente bien no beber alcohol. Especialmente NO debe beber alcohol si está: embarazada o amamantando; conduciendo, operando maquinaria o emprendiendo otras actividades que impliquen riesgos relacionados; tampoco si está tomando medicamentos que interactúan directamente con el alcohol; o tiene dificultades para controlar la bebida.

 

LA ACTIVIDAD FÍSICA DESEMPEÑA UN PAPEL IMPORTANTE EN LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD Y DEBE PREVENIRSE EL SEDENTARISMO DESDE LA INFANCIA

Para contrarrestar el impacto del aporte calórico excesivo son necesarios niveles muy altos de ejercicio. Por consiguiente, los esfuerzos preventivos basados solo en la actividad física no son suficientes si además no se reduce el consumo de alimentos con alto contenido calórico. Para la prescripción de la actividad física es imprescindible conocer los niveles de energía que se consumen. Además, la indicación debe ser personalizada ya que el equilibrio energético depende del peso, la edad y las características de cada individuo.

El principal mensaje es evitar el sedentarismo, ya que actividades físicas básicas como caminar 30 a 40 minutos por día se relacionan con mejoría de los factores de riesgo de enfermedad que presentan las personas sedentarias. Esto es especialmente importante en niños y adolescentes, donde el entretenimiento electrónico reemplaza cada vez más a la actividad física recreativa. El tiempo que los niños pasan frente a una pantalla es de 3 o más horas al día, lo cual, además del sedentarismo, incrementa el riesgo de consumir mayor cantidad de alimentos y de estar expuestos a la publicidad de estos.

Es fundamental determinar los factores que impulsan la epidemia de la obesidad para sustentar y elaborar políticas de prevención que controlen lo que hoy se denomina “ambiente obesogénico”. Pero también establecer acciones individuales para responsabilizarnos por nuestra propia salud y la de los seres que nos rodean, especialmente niños y adolescentes.

Los principales objetivos de prevención deben establecerse en la infancia, donde la lactancia materna puede reducir la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en cerca de 10%. Además, puede ayudar a las madres a perder peso con mayor rapidez después del embarazo. En segundo lugar, cuanto más temprana es la edad a la que una persona adquiere sobrepeso o se convierte en obesa, mayor es el riesgo que tiene de seguir teniendo sobrepeso o de tornarse obesa al avanzar la edad. En tercer lugar, la obesidad tiene consecuencias adversas para la salud en las fases iniciales de la vida, dado que aumenta el riesgo de padecer asma, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Estas patologías, a su vez, afectan al crecimiento y el desarrollo psicosocial durante la adolescencia y, con el tiempo, comprometen la calidad de vida y la longevidad. En cuarto lugar, como los hábitos alimentarios se adquieren en la niñez, la promoción y el consumo en los niños de productos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional, como bebidas azucaradas y comida rápida, interfieren con la formación de hábitos alimentarios saludables. Por último, los periodos prolongados frente al televisor sin control parental, hacen que los niños reciban promociones y publicidad de alimentos y bebidas de bajo valor nutricional que se asocian con mayor riesgo de sobrepeso y obesidad en la niñez.

Dra. Insua Nipoti

Coordinadora del Área de lipedema de AEL

Dra. en Medicina y cirugía

Coordinadora y Docente del Máster y Experto en Calidad de vida y cuidados estéticos del paciente oncológico de la Universidad de Alcalá

                           

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